lunes, 18 de mayo de 2009

CONDENADO

23 años y 27 días llevo en esta celda.
No sé cuantos años me sentenciaron, ni siquiera sé por qué me encerraron, pero debió de ser algo muy grave porque el juez era yo mismo.
Al principio uno no sabe que está en una carcel, porque siempre ha estado ahí, pero algunos indicios hacen que te percates de que estás encerrado. A veces la luz de fuera se cuela para chivarte por dónde se encuentra la salida. A veces un pajaro se extravía de su bandada, se pierde de su vuelo natural y su canto, al desentonar en el oscuro silencio, se convierte en la señal de la condena.
Ese es el primer paso para salir, supongo, darte cuenta de que estás dentro. Pero no es suficiente, aunque parezca absurdo también es necesario querer salir.
Aquí dentro todo es como yo lo he inventado, todo tiene significado.
Aquí dentro existen unas reglas que no se pueden quebrantar y que seguramente se desvanecerían fuera.
Aun así, me he pasado temporadas enteras buscando una supuesta llave para poder salir de aquí.
Pero lo más espeluznante es que, después de haber buscado insistentemente esa llave por todos los rincones de la celda, desde hace algún tiempo tengo la intuición de que se encuentra en el lugar más inaccesible de todos, dentro de mí.

1 comentario:

  1. Muy bueno. Ya lo había leído en algún lado. Me gusta, sííííi´´iiííiííí´´iií´.

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