He vuelto tres años después, y sigo escribiendo desde el Distrito Federal.
La verdad no es algo que debamos descubrir ni algo a lo que debamos llegar, más bien es algo que debemos "oir". Pero no oir con los oidos sino con nuestro sentido musical. La verdad es algo que debemos sentir como sentimos un acorde porque nuestra alma está hecha de cuerdas de guitarra.
El mundo sonoro también es un mundo, tanto o más que el visual. La música se parece al hilo de Ariadna que une todas las cosas porque nos muestra el lazo invisible que une a todo lo que existe. Enlaza con la parte más profunda del ser humano, aquella que ve sin ver, que ve sin los ojos, que ve aquello que sabemos que está ahí aunque no lo veamos. La música es la belleza invisible que está presente en todas las cosas, la capacidad de hacer belleza, de crearla a partir de algo que no se puede ver ni tocar. Se trata, por tanto, de hacer audibles fuerzas que en sí mismas no lo son.
Para "La verdad musical"
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